Según información suministrada por la CEPAL, representan el 99.5% de la totalidad de empresas en la región.
El 60% de la población ocupada trabaja para pequeñas y medianas empresas.
Solo el 45% de estas empresas, sobreviven a los dos primeros años de operación.
Aportan el 25% del PIB regional.
Estos datos son concluyentes sobre el aporte que generan a nuestra economía las MiPymes. No obstante, existen brechas de conocimiento, regulación y competitividad que conlleva a que muchas de ellas desaparezcan de forma temprana.
Hay 2 aspectos que desde nuestra experiencia consideramos fundamentales para que el ecosistema empresarial latinoamericano sea más competitivo.
El estado debe continuar trabajando en políticas que le permitan a los emprendedores ejercer su actividad, cumpliendo con todos los requisitos normativos de una manera simple, que se ajuste a su flujo de caja y que contribuya a que gran parte de su tiempo lo dediquen al desarrollo de su estrategia de negocio. Políticas fiscales con mayor flexibilidad y mayor divulgación de los programas de gobierno que apoyan a las micro, pequeñas y medianas empresas.
Inclusión en los programas académicos de las instituciones de educación superior de cátedras sobre emprendimiento y lineas base de conocimiento para dar inicio a una actividad empresarial 100% formal.
Esto, acompañado de un trabajo disciplinado, con enfoque, con vigilancia a los cambios del entorno, con búsqueda permanente de alianzas estratégicas, con rigurosidad en la administración de la liquidez y de su direccionamiento estratégico para que la cantidad de iniciativas empresariales que perduren en el tiempo sea cada vez mayor.
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